La igualdad de género es un derecho humano esencial para mantener el equilibrio de una sociedad democrática y cultivar una relación de paz, prosperidad y colaboración entre los ciudadanos. Este derecho se garantiza cuando las mujeres y los hombres disfrutan de igualdad de oportunidades en todos los sectores de la sociedad.
Al proporcionar a las mujeres y las niñas acceso a la atención médica, empleos dignos, autonomía económica y participación en la toma de decisiones políticas, estamos promoviendo una visión humanista que beneficia a las sociedades.
A pesar de los avances a nivel global, la región de América Latina y el Caribe sigue enfrentando discriminación estructural, violencia sexual, falta de acceso a la atención sexual y reproductiva, y la criminalización del aborto.
Es importante garantizar que las niñas y las mujeres tengan la libertad, la información y el apoyo que necesitan para tomar decisiones que les conciernen y actuar en consecuencia para su propio bienestar. Luchando por la igualdad de género, será posible romper el ciclo de discriminación y violencia, garantizar el desarrollo de las niñas y cambiar las percepciones sobre las normas de género.
Aunque todos los países de América Latina han ratificado la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, persiste la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres. Esta violencia es particularmente prevalente en las comunidades indígenas y afrodescendientes, que sufren de discriminación interseccional.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), señaló que el 2023 al menos 3.897 mujeres fueron víctimas de femicidio en 27 países y territorios de América Latina y el Caribe.
Esto representa al menos 11 muertes violentas de mujeres por razón de género cada día en la región.
De acuerdo con ONU Mujeres, en América Latina y el Caribe, solo el 37% de las mujeres se sienten seguras al caminar solas por las calles de sus barrios durante la noche. Por su parte, las crisis de institucionalidad democrática, migratorias y relacionadas con el crimen organizado tienen un impacto diferenciado en las mujeres, exponiéndolas al riesgo de distintas manifestaciones de violencias.